miércoles, 25 de diciembre de 2013

El amanecer de la Tierra desde la Luna


Hace justo 45 años, el hombre vio por primera vez una imagen impactante, de incalculable valor; aunque no menos importante fue el relato que le acompañó. Éste fue el siguiente.

En 1968, los astronautas del Apolo 8 Frank Borman, Jim Lovell y Bill Anders se encontraban orbitando la Luna convirtiéndose así en los primeros seres humanos en realizar tal empresa. Esta misión sería el preludio de los sucesivos alunizajes tripulados de las misiones Apolo, desde el Apolo 11 en 1969 hasta el Apolo 17 en 1972 con un único intento fallido, el Apolo 13.

Los astronautas Frank Borman, Bill Anders y Jim Lovell del Apolo 8.
Era exactamente el 24 de diciembre de aquel año. El Apolo 8 emergía de la cara oculta de la Luna por cuarta vez consecutiva, aunque esta vez algo distinto a las tres anteriores vueltas iba a suceder. El comandante de la misión Frank Borman se preparaba para realizar una nueva orientación de la nave de acuerdo con los planes de vuelo.

-¡Muy bien! Vamos a rotar -comentaba Frank Borman a la par que Bill Anders, que estaba asomado al resquicio de una de las ventanillas de la nave, explicaba y fotografiaba lo que veía en la superficie de la Luna.

La nave empezó a rotar lentamente permitiendo ver zonas nuevas que antes se encontraban ocultas. Hasta ese momento todo parecía rutinario, nada nuevo; pero, de repente, una grácil silueta apareció en el horizonte estéril de la superficie lunar. Anders se estremeció:

-¡Oh Dios mío! ¡Mira esa imagen de ahí! Ahí esta la Tierra elevándose. ¡Wow, es tan bonita! -dijo Anders extasiado ante semejante espectáculo.

Anders lo fotografió con un carrete en blanco y negro, pero quería el carrete de color para inmortalizar el momento como bien se merecía.

-Pásame un carrete de color, rápido -ordenó Anders a Jim Lovell-. Date prisa. Rápido.

Lovell tardó varios segundos en encontrar uno y se lo pasó; sin embargo, cuando Anders se giró nuevamente para echar una fotografía en color, la Tierra ya no estaba, había desaparecido.

La rotación de la nave había hecho desaparecer la Tierra de la ventana donde estaba Anders, pero su incesante giro permitiría, segundos después, un nuevo y espectacular avistamiento que sería recordado para la posteridad.

-¡Eh, lo tengo aquí! -avisó Lovell desde la ventana de la escotilla.

Anders se apresuró y se preparó para tomar varias instantáneas.

-¡Echa varias, echa varias! Aquí, dámela -exclamó Lovell exaltado.

-Espera, tan solo déjame conseguir una buena posición desde aquí, cálmate -lo tranquilizó Anders-. ¡Cálmate, Lovell! -le espetó de nuevo al ver que no se apaciguaba.

Finalmente, Bill Anders consiguió realizar tres fotografías de la Tierra apareciendo sobre el horizonte lunar, una de las cuales, exactamente la fotografía que abre esta entrada, se convertiría en todo un icono del siglo XX. Una imagen y un relato, sin duda, únicos en nuestra historia.

Este es el vídeo que ha difundido la NASA para conmemorar el 45º aniversario del evento.

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