viernes, 21 de noviembre de 2014

Sobre astronomía, medios de comunicación y cultura


Hace una semana se produjo un evento que muchos lo compararon con la llegada del hombre a la Luna por su complejidad y trascendencia: el aterrizaje de la sonda espacial Philae en el cometa 67P. Poco nuevo puedo aportar a toda la información que se ha vertido al respecto, pero sí puedo matizar una serie de aspectos que me han resultado curiosos relacionado con el impacto que ha tenido esta misión en los distintos medios de comunicación y en la población.

Es cierto que en esta ocasión ha habido bastante bombo mediático, algo que se agradece si tenemos en cuenta la continua pelea que tienen los medios de comunicación con la ciencia en general. Sin embargo, una gran cantidad de redactores que han abordado la noticia no han estado a la altura de las circunstancias, pues confundían continuamente términos básicos y los objetivos principales de la misión.

Por poner un ejemplo, en el telediario de TVE se comentaron tremendas barbaridades una tras otra, lo cual no tendría mayor importancia si estos errores no provinieran de un medio de comunicación con tanta tirada nacional. Afirmaron que el aterrizaje de Philae en el asteroide (es un cometa, no un asteroide) servirá para descubrir el origen del universo (otro error realmente absurdo y bastante gracioso, por cierto); es decir, no saben diferenciar un cometa de un asteroide, un concepto muy básico, y ni siquiera conocen para qué sirve esta misión.

En definitiva, no sabían lo que estaban describiendo. ¿Cómo pretenden informar de una misión de tal envergadura si no saben lo que están contando? Me parece una situación verdaderamente ridícula.


Dejando a un lado cómo han tratado los distintos medios de comunicación a la misión (mención aparte tiene este artículo insustancial de Pedro Simón publicado en El Mundo: "¿Merece la pena la inversión en la misión Rosetta?"), hablaré ahora de su repercusión en la población.

Es cierto que hay que partir de una premisa fundamental para entender esa indiferencia que en general ha mostrado la gente: la astronomía es una ciencia muy abstracta ya que no estamos familiarizados con la realidad tan abrumadora que nos muestra, y mucho menos si hablamos de la cosmología.

Por tanto, hasta cierto punto es comprensible que la población no llegue a entender el alcance de estas misiones y el impacto que éstas puedan tener a corto y largo plazo, por lo que todo esto se puede resumir en una palabra: ignorancia, tanto pasiva como activa (este último punto de vista ya sería más discutible).


Sin embargo, hay un trato generalizado con la astronomía que cuesta perdonar. Vamos a ser claros. Este campo es visto por muchos como algo propio de gente rarita, prejuicios al fin y al cabo ilógicos que tenemos muy asumidos aunque no seamos conscientes de ellos. Además, no se le suele dar ningún valor cultural; me explico, nosotros por cultura entendemos saber de literatura, geografía, historia y demás materias relacionadas, pero no incluimos en este saco a la astronomía.

Por ello, consideramos normal no saber prácticamente nada sobre este campo, tanto que no importa si la persona tiene o no un alto nivel cultural, pues básicamente no existen diferencias entre ambos grupos en cuanto a estos conocimientos. ¿A qué me refiero con no saber prácticamente nada? A conocimientos básicos que es asombroso que a día de hoy no se tengan claros.

Por ejemplo, me asombra sobremanera la cantidad de gente que aún desconoce que la Tierra gira alrededor del Sol y no al contrario, e incluso lo he llegado a escuchar en personas con estudios (universitarios incluidos). Otra cuestión que una inmensa mayoría no tiene claro es la llegada del hombre a la Luna; por ahora, son muy poquitos los que saben con certeza que el hombre llegó a la Luna (es muy absurdo pensar lo contrario una vez que se conocen los datos). Y así podría mencionar incontables ejemplos que me he encontrado a lo largo de todos estos años.

Con esto pretendo criticar la poca cultura que tenemos de un campo tan importante como la astronomía, pues nos ofrece una herramienta indispensable para no caer en la irracionalidad y adoptar una filosofía de vida sana, un rasgo que determinará el curso de cada una de nuestras vidas.

Lo he destacado en entradas anteriores de este blog y lo vuelvo a hacer en este artículo: tenemos que concienciarnos de que la ciencia (en este caso me he centrado especialmente en la astronomía aprovechando la hazaña de Philae) debe formar parte de nuestra cultura con el objetivo de conseguir un futuro más saludable para nuestra sociedad, así como para nosotros mismos.

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